Leemos en la página oficial de As (aunque la noticia ha sido recogida por numerosos medios) algo que nos hace reafirmarnos en nuestra creencia de que alguien es realmente grande cuando hace méritos para ello pero no se endiosa ni se comporta como si estuviera por encima de los demás mortales.
Y es el caso de la noticia a la que hacemos referencia, que nos habla de cómo Pepu Hernández, el que fuera seleccionador nacional en el Mundial de Baloncesto de Japón 2006, donde España se hizo con el oro, no tuvo reparos en sustituir a la entrenadora del Dinámica Basket Femenino, donde juegan sus hijas, para que el partido que se celebraba ese día pudiera disputarse.
Dicho partido no fue válido y no se debería haber jugado al no asistir la entrenadora, por enfermedad, y no presentar la documentación pertinente. Pero en el pabellón había otra gran persona, que dio prioridad a la afición al baloncesto de las jugadoras antes que a las normas, autorizando a disputar el encuentro solo por diversión.
Se trataba del árbitro Roberto Calero, quien ha dado a conocer la noticia a través de su facebook y que, con una frase, define lo que debería ser la base del deporte infantil y juvenil: Creo que por encima de cualquier cosa está la ilusión de los niños.
Poco más podemos decir.
Poco más podemos decir.
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